domingo, 23 de julio de 2017

Starbucks

Si tuviera que escribir hoy, ¿qué contaría? ¿Hablaría de cómo me siento a tomar un té carísimo con el poco efectivo que tengo en el bolsillo? Sabes que soy demasiado orgullosa como para que paguen mi Chai. No tengo un peso en la billetera y menos en el pantalón, que no es cualquier pantalón, lo compré en una de las marcas más importantes y modernas. Que ironía, no?
Yo siempre digo que es como un círculo vicioso en cual me siento vacía y entonces no tengo otra opción que disolver la plata que tengo en la mano, o en el plástico. Podríamos llamarlo quemar la plata y confirmar entonces que soy un desastre. Tristeza, ansiedad, ataques de pánico, fiebre, y deudas que se acumulan asegurándose de que yo no pueda escapar.
Decime, a ver, ¿de qué querés que hable? ¿del estúpido de mi jefe y su cara de conformista queriéndome hacer creer que estar encerrada la mayor parte del día en una oficina es lo mejor que me podría haber pasado? Te juro que no sé que querés que diga, si ya prácticamente no tengo palabras. Todas las palabras que utilizo quedan atrapadas en un teléfono que atiendo todos los malditos día de mi vida.

Me mirás mientras te hablo y me preguntás qué quiero, cuál es la meta, me tenso y te respondo que no sé cual es la meta, pero quizás no quiero encontrarla o peor tal vez no la acepto, aceptarla requiere trabajo, paciencia y persistencia. Yo no sé si soy buena para eso.
Me rindo fácil y decís que eso no es bueno, sé que rendirme me llevó a dónde estoy ahora y si bien gozo de algunos beneficios tengo claro que no es donde quiero estar. Te digo que me quiero ir, me pregunto cómo salir, me imagino las distintas maneras posibles de lograr lo que quiero pero me cuenta actuar, me da miedo. No estoy preparada para conseguir lo que quiero, si nunca conseguí lo que quise, o tal vez sí y entonces me enfrento al hecho de que realmente puedo y eso me paraliza más.
No sé cuánto tiempo más me va a llevar, o cuánto debo esperar, pero sé que esta vez no puedo demorar en actuar.
Tengo que hacerlo.

martes, 4 de abril de 2017

You are not good enough

Siempre peleé por lo que creía válido para mí e incluso para los demás pero lo cierto es que a la vez nunca me separé de ciertos mandatos familiares que hasta el día de hoy me acompañan. Me cuesta despegarme de la imagen que los demás crearon para mí. Me he equivocado más de una vez pero esas equivocaciones fueron sólo mías y auténticas.
Hace muy poco descubrí una parte de libertad animandome a hacer un viaje que casi no tenía planeado, y que tampoco me sentía preparada para hacerlo, lo único que pensaba era que a mi madre seguramente le parecería una locura que yo viajara al mar sola para practicar un nuevo deporte que descubrí y que me hace sentir viva y plena. Así que decidí no contárselo a nadie.
Ante ciertos ojos soy juzgada una y otra vez o al menos eso siento; no soy lo suficientemente dedicada, o no soy lo suficientemente atenta, o incluso no soy una buena madre. ¿Pero realmente no lo soy? Me pierdo entre lo que los demás creen de mi y lo que yo siento. Vivo atrapada en ese mundo en el que siento que todo lo hago mal y que por defecto, no puedo lograr nada. Crecí con ese chip en mi cabeza y no con el de animarme a ir por mis sueños y conquistarlos. No sé creer en mí, o al menos nadie me enseñó a hacerlo.
La manera en la que la gente me apoya, o me ayuda, viene acompañada de reproches porque "no soy lo suficientemente buena". Y esta es la primera vez en mi vida en la que me planteo que quizás no es como ellos dicen, que quizás si sea buena y yo nunca lo haya notado. Quizás también por eso he estado en relaciones abusivas, porque creía que yo no era lo suficientemente buena y los demás sí. Entonces quería al menos un poco de eso que ellos sí tenían.
Mis relaciones han sido poco sanas, hasta incluso diría que algunas fueron bastante enfermizas, "te doy y te quiero, pero te falta".
Luché tanto en mi familia como en las relaciones para cumplir con estándares que alguien había impuesto para mí, no los que yo quería, porque en realidad nunca supe bien que quise. Al no poder cumplirlos, la decepción y la tristeza siempre estaban a la vuelta de la esquina, porque claro, no era lo suficientemente buena. Así que afiance esa idea en mi cabeza desde que tengo memoria.
"No soy lo suficientemente linda, ni flaca, ni inteligente, ni escribo bien". Y las tomé como ideas fijas imposibles de modificar, pero si leo tanta neurociencia bien sé que todo es modificable y que no somos seres imposibles de cambiar.
Algo en mí empezó a cambiar cuando dejé de pedir permiso (porque incluso con veintiséis años siento que pido permiso para todo) para hacer lo que me gusta. Desde tomarme unas horas un sábado para besuquearme con el chico que me gusta como para subirme a una tabla de surf en la loma del orto sin importarme el cansancio o lo que pueda gastar en esa aventura.
El momento en el que elijo, me da libertad porque esta vez nadie decide por mí.
Siempre me costó tomar decisiones, no me gustaba y a veces me hace sentir incómoda, porque claro, estoy tomando acción sobre mi propia vida. Y cuando vos te haces dueño y responsable de tu propia vida, ya nadie puede decirte hasta dónde podés llegar.
He vivido limitada y con miedo durante gran parte de mi vida (que no es tan larga como parece).
Cada vez que me da temor tomar una decisión que puede acercarme a la felicidad, me planteo el por qué, me pregunto que me movió en un primer momento, respiro, y voy hacia adelante.
Si yo construyo mi vida y mis oportunidades entonces ¿por qué debería vivir bajo los mandatos que los demás crearon para mí?
¿Quién sabe que tan lejos puedo llegar si dejo el miedo de lado al menos una vez?
Quizás sí soy buena haciendo algo, así que este es el momento perfecto para averiguarlo.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Azul en el camino

Esas mañanas de diciembre en las que de a poco la temperatura se empieza a elevar, pero aún podemos respirar una suave brisa son mis favoritas. A veces pienso que tal vez sean mis favoritas porque fué el momento en el que llegaste a mi vida.
Eran esas primeras redes que nos empezaban a unir de todos lados y de repente comenzabas a hablar con gente que estaba lejos pero la sentías cerca. Entre esas estabas vos.
Me había levantado y como todas las mañanas había encendido mi computadora para conectarme a ese mundo que me atrapaba día y noche.
Esa mañana te vi, habías dejado spam y me invitabas a escuchar tu banda así que lo hice.
Tus canciones me hablaban a mí y me gustabas sin siquiera haberte visto, a destiempo nos dejábamos mensajes para leerlos cuando el otro estuviera conectado hasta que me pasaste un mail que me acercaba más a vos, en el cual los textos podían ser más largos y además la respuesta era inmediata.
Los primeros días de enero me tenías encantada y ya sentía que te quería con todo mi ser y nunca habíamos tenido contacto y cerca de tu cumpleaños nos confesamos nuestro amor, mi respuesta fue tomar un micro hasta Córdoba para verte.
En el momento en el que baje y te vi, me di cuenta que estaba enamorada, que había estado buscandote sin saber quien eras, hasta que te encontré y me perdí por completo en nuestro amor.
Nos mirábamos y nos deseábamos, sabíamos todo del otro sin saber realmente nada y nuestra magia fue creciendo con el tiempo hasta que nos golpeamos de golpe con lo peor que un amor de verano puede encontrarse, un embarazo inesperado y su respectiva pérdida luego. Estábamos destrozados mientras el mundo nos decía que tras esa prueba se demostraría que tan fuertes éramos y que seguramente nuestro amor terminaría ahí con esa noticia dejando nuestra relación en el olvido con un gusto amargo, sin embargo una vez más hicimos nuestro propio camino y después de las lágrimas decidimos amarnos más. Continuamos nuestra historia entre canciones y dibujos, todos se percataban al instante de lo que sentíamos por el otro. Nos extrañabamos el doble y las tristezas aumentaban al sentirnos lejos, junto con las tristezas también crecía el enojo y tu carácter no te dejaba muchas veces pedir disculpas en las peleas. Nos amigabamos y lo dejábamos en un segundo plano, porque querernos era mucho más lindo que pelear.
Tuvimos todo lo que quisimos a nuestro alcance, pidiendo prácticamente nada a cambio hasta que nuestras obligaciones y proyectos, quizás también nuestro orgullo, nos hizo darle fin a nuestra historia.
Habíamos pasado mucho en muy poco tiempo, atravesamos vientos fuertes sin soltarnos la mano. Fuimos felices mucho más tiempo del que no, caminamos todas las calles que pudimos, bebimos todos los tragos que nos daban y sellamos de besos tu ciudad y la mía.
Nos prometimos amor eternos incluso estando separados.
Dijimos que íbamos a volver a buscarnos, pero cada vez que lo hacíamos estábamos a destiempo. Continuamos con nuestra vida sabiendo que en algún momento el universo nos traería de vuelta.
Amándonos en silencio porque nadie entendería lo que sentimos.
Imagino que pasaría si hoy tocara a tu puerta y te pidiera que te quedes, que no me faltes. Quisiera que me correspondas y que hagamos todo eso que nos falta.

Búscame que yo voy a seguir acá esperando que sea el momento en el que ninguno de los dos de marcha atrás.

miércoles, 15 de febrero de 2017

WAVES

"Everybody's gone surfin'
Surfin' U.S.A"

Así cantan los Beach Boys y además agregan "si todos tuvieran un océano, entonces todos deberían estar surfeando" Y cuánta razón tienen.

Hace días vengo procesando todo lo que el mar dejó en mí y a la vez todo el peso que me quitó para continuar liberándome.
El camino y los sucesos que iban a vivir estaban escritos mucho antes de que yo tomara el colectivo que nuevamente me acercaría a la costa argentina que tanto amor me despierta.
Llegué a la terminal de Mar del Plata alrededor de las 5am y dos amigas estaban esperándome dentro de un auto para llevarme a la casa que compartiría con ellas los pocos días que iba a durar mi estadía.
Era jueves y alrededor de las 10am mientras ellas dormían yo decidí ir a ver el mar que tanto extrañaba. Estábamos en una zona bastante alejada del centro de Mar del Plata y recuerdo haber puteado, pensando que la magia estaba lejos mío (y las clases de surf por las que había viajado quizas quedarian frustradas) pero en realidad estaba levantando vuelo justo frente a mis ojos. Caminé y pregunté como bajar a la playa; un local me guío lejísimos, así que seguí mi brújula interna y choque con el mar sin saber aún como llegar a poner los pies en la arena, en medio de un camino marcado por ruedas de auto encontré un cartel que decía "Pura Vida" así que decidí entrar y un guardavidas me guío para que hable con la gente del bar y pudiera bajar finalmente a la playa.
Todo estaba escrito, salir sola a caminar, seguir mi brújula interna, encontrar el cartel, que me abrieran la puerta para quedarme sentada en una escalera de madera mirando el mar. Subí agradecida y me quedé charlando sobre la playa y sus distintas actividades y otra vez la causalidad atravesándome, un chico que no conocía y con el tiempo aprendí su nombre (Matías) me dijo que ellos daban clases de surf. Universo mediante ya no iba a tener que viajar media hora para aprender a meterme al mar dentro de una tabla. Mis ojos se iluminaron por completo; había encontrado el mar (o el mar a mí), también un lugar con buena vibra y un profesor de surf.
Desde ese momento en adelante todos fueron momentos mágicos que estaban esperándome para expandir mi mente, mi cuerpo y sobre todo mi corazón.
Pura Vida no sería simplemente la playa donde iba a tener mis primeras lecciones de surf, o un bar en el cual iba a poder tomar un buen campari por la noche; Pura Vida sería el lugar en el cual yo iba a terminar pasando prácticamente toda mi estadía. Observando y dejándome atravesar por toda la belleza que me estaba brindando.
Viernes 11:00am convencí a mis amigas de bajar a la playa mientras yo me preparaba mentalmente para hacer algo que nunca había hecho. En medio de risas, selfies y sol aparece otro (gran) personaje de esta historia sólo que aún no lo sabía, saludo y lo miramos alejarse entre medio de comentarios entre nosotras.
Volvió y pregunto quien había pedido clases de surf, "ah, sí, yo" respondí, haciendome cargo de que en realidad al rato iba a tener que dejar de lado todos los accesorios playeros para estar dentro de un traje de neoprene. Se presentó y ahí aprendí su nombre Joan, aunque con el tiempo iba a dejar de llamarlo así para simplemente decirle "chaque". Visualmente podía caer dentro del cliché de lo que uno considera s u r f e r, pero créanme que toda la belleza de ese humano vive dentro de él y por más que quisiera describirla, no podría.
Viernes y sábado surfeé con Matías mientras me perdía en la imagen que me regalaba Pura Vida. Me estaba regalando el mar, me regalaba gente totalmente predispuesto a ayudarse unos a otros, vibraba amor porque sentía amor. Me había olvidado por completo de cualquier cosa superflua que ocupaba espacio en mi cabeza, era el mar y el momento. Cada momento que pasaba era único e irrepetible.
Todo estaba revolucionandose dentro mío.
Ya no era yo, o era otra yo.

Sábado entre campari y humo de cannabis Joan me dice que el domingo iba a surfear con él.
Había llegado mi primer domingo de fin de tarde, mar transformándose, las series de las olas rompiendo cada vez más fuerte y en menos tiempo, agua salada entrando violentamente por mi nariz y mi boca, respiración agitada, ganas de más y a la vez ganas de parar había comenzado a sentir que el mar estaba enseñándome quién mandaba, ya no era la reina de la calma sentada en una tabla mirando como caía el sol y dejándome atravesar por tanta belleza; ahora era simplemente una chica conectada a la tabla por medio de una pita y tratando de sobrevivir entre las rocas sin lastimarme y sobre todo sin cansarme de más para poder remar lo necesario y salir del agujero al que el mar me había arrastrado. Joan me miró, me calmó y me pidió que no me desesperara, y en cuanto la serie de olas parara yo debía subir a la tabla y remar sin importar cuantas veces la fuerza del mar intentara hacerme caer. Respiraba entrecortado, sentía los golpes en la cara y la tabla tambaleando mientras yo intentaba no perder el equilibrio.
De repente, la calma, habíamos logrado salir del pozo, yo había aprendido que cuando el mar manda lo único que hay que hacer es dejarse llevar y no desesperar, intenté agarra la última ola como pude y salimos. Habían sido demasiados cambios de estado en muy poco tiempo y el cuerpo estaba agotado, la mente también, pero igualmente por dentro sólo sentía bombear felicidad.
El mar me había dado una lección que yo había recibido con los brazos abiertos, es mejor disfrutar del proceso que solamente estar pensando en la meta.

Había llegado maldito el lunes, ya no iba a presenciar más noches escuchando el mar, ni iba a compartir mates con el sol pegándome en la cabeza, ya no iba a escuchar más historias de desconocidos porque ese día iba a volver a casa.
11am llegué a la playa y Joan dijo: "Bueno, vamos al agua?" en ese momentos mis ojos se iluminaron, porque los había escuchado hablar entre ellos durante varios días y esa frase en particular era mi preferida. Ir al agua era ir a divertirse, ir a dejarse llevar por el mar, ir a no pensar en nada y a conectar con la inmensidad que los rodeaba. Y otra vez era mi turno, otra vez me tocaba ir al agua.
Ya no había enojo, ya no estaba pensando que tenía que ser la mejor surfista del universo, ahora tenía una alegría inmensa simplemente por disfrutar de ese momento y que ese momento no se terminara nunca. Quería quedarme en el mar por siempre.
Me caí, me reí, disfruté, y me animé a volver a subir a esa tabla una y otra vez hasta que finalmente el tiempo entre que la ola comenzaba a empujarme y yo lograba mantener el equilibrio parada se achicó y comenzaba a surfear y no caer.
Era mi último día y había cumplido lo que me había prometido,tomé mis anheladas clases y logré mi objetivo. La felicidad que sentía en el cuerpo era tan inmensa que se escapaba por mis poros, todas esas caídas me habían llevado a no rendirme y continuar en la búsqueda. Podía volver a casa en paz.
Se hizo de tarde y el sol de a poco empezaba a esconderse, otro fin de tarde que se dejaba entrever y me conmovía.
Era momento de despedirme de cada una de las personas que había conocido, de todos los que me habían hecho entender que el surf no es un deporte, es un estilo de vida. La calma del mar está dentro nuestro, las caídas sólo son la motivación para volver a remar y pararnos sobre esa tabla que nos hace sentir como si flotáramos. La mente en blanco y siempre mirando para adelante.

Este viaje no sólo me demostró que cuando me proponía seguir podía alcanzar pequeños triunfos, sino que destruyó por completo muchas creencias y me hizo ver las cosas desde otra perspectiva.
Conecté con la gente, con el mar y con el universo. Me ví a mí misma despreocupada viviendo el momento presente.
Siempre supe que el mar era especial, siempre me sentí feliz tan sólo de verlo y ahora había aprendido a vivirlo. Ahora descubrí que hasta que me den las piernas yo quiero escaparme en cuanto pueda nuevamente para sentir esa adrenalina.


El viaje fue una playa, un bar, clases de surf; pero también fue amor, aprendizaje, felicidad y sobre todo transformación.

lunes, 23 de enero de 2017

Acuarian season

De todos los signos del zodiaco hay algunos que tienen energías que me resultan más apasionantes y bellas que otros. Durante un gran lapso de mi vida, no le encontraba mucha trascendencia a la energía acuariana. Quizás por limitaciones en lo personal y tener ligadas ideas muy personificadas de la energía en sí. Sin embargo, en el último tiempo me empezó a parecer cada vez más mágica.
Se dice que la energía Capricorniana va desintegrándose y dándole lugar a los nuevos caminos y las nuevas ideas, donde ya no hay un propósito individual o una meta; sino que todos aportan una maravilla distinta al mundo y así este se mantiene en equilibrio. Ya deja de importar de cierta forma el camino propio, porque es como si todo estuviera guiado y sin necesidad de explicarlo contamos siempre el uno con el otro.
Acuario tiene esa magia de desapegarse y no hablo en el sentido de lo material o los sentimientos, sino de pensar más allá de lo que está pasando hoy acá, su mente vuela a velocidades increíbles.

La era acuariana me encuentra más introspectiva que de costumbre, me da ganas de probar hasta dónde puedo llegar sin nadie que me diga cómo tengo que hacerlo, o cuándo.
No dejo de estar conectada con los que quiero, pero sin embargo me veo armando mi propio camino y me apasiona verme atravesándolo sola, animándome a lo desconocido por primera vez después de muchísimo tiempo. Tengo una alegría similar a la que sienten los niños maravillándose con el descubrimiento de las pompas de jabón o cuando descubren que pedaleando pueden andar en bicicleta.
Me siento viva, creativa y feliz. Desapegada al resultado y disfrutando del recorrido como nunca antes.
Hacía tanto tiempo no me sentía así, como si todo el año que pasó solamente me haya dejado sentar las bases para hoy poder jugar con las estructuras y felizmente renacer.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Long road to...

Mientras pedíamos un almuerzo rápido en el Boston y hablábamos de mudanzas y reuniones de fin de año decidí que tenía que ser la primer persona a la que le contara lo que estaba pasando por mi mente y mi cuerpo. No podía soportar tener tanta información y debía compartirla con alguien. La elegí a ella.
Le dije que desde el principio sospeché que algo iba a pasar ya que no es común sentir conexión con alguien apenas lo conocés, sabía su nombre y su edad y había visto su cara en fotos pero podía ser tranquilamente una persona completamente olvidable, pero eso no fué así. Y lo que me costaba con otros, con él ya no.
Ese día sentí y proyecté, pero nada pasó como mi cabeza lo había planeado, y mucho menos la última vez.
Creí que quizás ya no iba sentir nada, crei que simplemente iba a rechazarlo y pasar a otro tema, pero no fue así. Mi cuerpo siente un temblor imperceptible al ojo humano cuando estoy cerca, o quizás tiemble por dentro y por eso sólo yo puedo notarlo. Lo miro y no necesito decir nada porque nuestros ojos a veces dicen más que nosotros mismos.
Hay un código muy íntimo que se respeta y guía nuestro encuentro, ya no hay nada que me diga cómo debo ser y simplemente soy, y para mi sorpresa había olvidado lo que era eso.
No hay pasos a seguir, no hay reglas, no hay nada aunque estemos rodeadosde todo, y simplemente somos. Fluimos con el correr de los minutos y el encuentro es totalmente natural. Dos humanos hablando un mismo idioma que los demás desconocen. Dos seres conectados en medio del caos. Dos personas sintiendo algo que se esconde sobre capas de dolor, miedos, angustias y sobre todo desamor.
Es algo que se percibe en el aire y ninguno dice, ya no me planteo por qué no se habla, intenté averiguarlo muchas veces y todos esos intentos fueron en vano, hay cosas que no necesitan ser explicadas, están ahí y debemos aprender que son parte del todo.
Ahora hay algo más profundo porque decidí entregarme por completo a lo que siento, sin necesidad de que mi mente trate de encasillarlo todo. El sufrimiento viene cuando trato de encasillarlo porque creo que así deberían ser las cosas y me olvido que lo que más me conecta conmigo es precisamente mi don de fluir en ese caos, es ahí cuando brillo y dejo de pretender para disfrutar.
Decidí disfrutar cuando sin querer mi mente dejó de escucharlo en medio de una conversación y me dediqué simplemente a admirar cada movimiento de su boca, de sus ojos y de sus manos. En ese momento entendí lo que había sentido el día que lo conocí, ese encuentro llevaba a esto.
Me llevaba a reencontrarme conmigo y con la plenitud que siento en esas pequeñas pero hermosas conexiones.
Ya no hay palabras, ni explicaciones. De ahora en más todo lo que hay en mí es poesía, ya no hay cadenas, ni sufrimiento, porque como dice papá "el dolor es inevitable en nuestra vida, no así el sufrimiento".
Dejé el sufrmiento atrás y me entrego por completo a este sentimiento que me invade ain saber a dónde me lleva, y es esta misma entrega la que nuevamente deja las puertas abiertas de mi corazón tanto para que entre alguien, como para que salga.

Ya no escucho lo que debería ser, dejo que sea.

Le expliqué con detalle lo que me producía en el cuerpo, le dije que mis ganas de tenerlo son las mismas que me hacen dejarle la puerta abierta. Asumí esta vez estar aterrada del futuro, tanto de uno próspero como del escenario más caótico, pero también le dije que había conectado con una parte que crei que había perdido y sin embargo habita dentro de mí.
Le dije que me encontré conmigo a través de él y eso es lo único que no quiero volver a perder.
La charla terminó con mis ojos llorosos, una frase que no me animo a repetir, y una felicidad inmensa por encontrarme de nuevo en un camino que crei que no volvería a retomar jamás.

jueves, 27 de octubre de 2016

Finally

Hoy puedo respirar y no sentir dolor ni necesidad de tenerlo cerca. Hoy ya no quiero compartir las cosas emocionantes que pasan en mi vida con él. Hoy ya no necesito su aprobación en la decisiones que tomo, creo que hoy finalmente lo saqué no sólo de mi mente sino que también lo expulse de mi cuerpo.
Hoy recordarlo ya no me genera dolor ni nostalgia, ahora es simplemente un mal recuerdo con algunas cosas hermosas. Todo ese amor que creía hermoso y único dejo de serlo y es opacado por el dolor y la paranoia que se generó en torno a eso.
No puedo descifrar cuándo fue el momento exacto en el que pasó, pero sé que hace unas semanas cuando el viento me golpeaba el cuerpo te recordé y una sensación de dolor y rechazo me invadió de pies a cabeza. Ya no podía recordarlo como yo quería, lo recordaba como era. Hermoso y enfermo.
Me enamoré de una imposibilidad y luché para que fuera posible pero en esa lucha perdí más de lo que gané.
Recuerdo nuestras tardes y nuestras risas, pero también recuerdo el dolor y todas las lágrimas que derramé, también todas las veces que tuve que permanecer escondida porque su imagen importaba más de lo que nos estaba pasando y todos los días que se alejaba después de demostrarme amor a cuentagotas.
Y el día que yo ya no pude sostenerlo, me perdí por completo y enfermé tanto como el.
Ya no quería controlar los impulsos y me importaban poco sus consecuencias. Mi amor había empezado a morir porque no estaba, y cuando decidió quedarse ya era demasiado tarde.
Me había lastimado demasiado pero yo no lograba verlo, sentía el veneno dentro pero ese veneno era el que me mantenía con vida dentro del mundo enfermo que habíamos creado.
Es gracias a todo ese proceso de muerte y resurrección que descubrí que cuando dos personas se quieren, no se destruyen. Y nosotros destruimos una relación y en el medio también lo hicimos con nosotros mismos. Bajo esa premisa sólo me queda aceptar que ya no nos amábamos, ya no éramos nosotros. No éramos nada.

Hoy ya no espero que vuelvas, porque no quiero que vuelvas.
Hoy me tengo y me quiero tanto que no podría permitir que te acerques después de haberme desarmado de la forma en la que lo hiciste.