miércoles, 15 de marzo de 2017

Azul en el camino

Esas mañanas de diciembre en las que de a poco la temperatura se empieza a elevar, pero aún podemos respirar una suave brisa son mis favoritas. A veces pienso que tal vez sean mis favoritas porque fué el momento en el que llegaste a mi vida.
Eran esas primeras redes que nos empezaban a unir de todos lados y de repente comenzabas a hablar con gente que estaba lejos pero la sentías cerca. Entre esas estabas vos.
Me había levantado y como todas las mañanas había encendido mi computadora para conectarme a ese mundo que me atrapaba día y noche.
Esa mañana te vi, habías dejado spam y me invitabas a escuchar tu banda así que lo hice.
Tus canciones me hablaban a mí y me gustabas sin siquiera haberte visto, a destiempo nos dejábamos mensajes para leerlos cuando el otro estuviera conectado hasta que me pasaste un mail que me acercaba más a vos, en el cual los textos podían ser más largos y además la respuesta era inmediata.
Los primeros días de enero me tenías encantada y ya sentía que te quería con todo mi ser y nunca habíamos tenido contacto y cerca de tu cumpleaños nos confesamos nuestro amor, mi respuesta fue tomar un micro hasta Córdoba para verte.
En el momento en el que baje y te vi, me di cuenta que estaba enamorada, que había estado buscandote sin saber quien eras, hasta que te encontré y me perdí por completo en nuestro amor.
Nos mirábamos y nos deseábamos, sabíamos todo del otro sin saber realmente nada y nuestra magia fue creciendo con el tiempo hasta que nos golpeamos de golpe con lo peor que un amor de verano puede encontrarse, un embarazo inesperado y su respectiva pérdida luego. Estábamos destrozados mientras el mundo nos decía que tras esa prueba se demostraría que tan fuertes éramos y que seguramente nuestro amor terminaría ahí con esa noticia dejando nuestra relación en el olvido con un gusto amargo, sin embargo una vez más hicimos nuestro propio camino y después de las lágrimas decidimos amarnos más. Continuamos nuestra historia entre canciones y dibujos, todos se percataban al instante de lo que sentíamos por el otro. Nos extrañabamos el doble y las tristezas aumentaban al sentirnos lejos, junto con las tristezas también crecía el enojo y tu carácter no te dejaba muchas veces pedir disculpas en las peleas. Nos amigabamos y lo dejábamos en un segundo plano, porque querernos era mucho más lindo que pelear.
Tuvimos todo lo que quisimos a nuestro alcance, pidiendo prácticamente nada a cambio hasta que nuestras obligaciones y proyectos, quizás también nuestro orgullo, nos hizo darle fin a nuestra historia.
Habíamos pasado mucho en muy poco tiempo, atravesamos vientos fuertes sin soltarnos la mano. Fuimos felices mucho más tiempo del que no, caminamos todas las calles que pudimos, bebimos todos los tragos que nos daban y sellamos de besos tu ciudad y la mía.
Nos prometimos amor eternos incluso estando separados.
Dijimos que íbamos a volver a buscarnos, pero cada vez que lo hacíamos estábamos a destiempo. Continuamos con nuestra vida sabiendo que en algún momento el universo nos traería de vuelta.
Amándonos en silencio porque nadie entendería lo que sentimos.
Imagino que pasaría si hoy tocara a tu puerta y te pidiera que te quedes, que no me faltes. Quisiera que me correspondas y que hagamos todo eso que nos falta.

Búscame que yo voy a seguir acá esperando que sea el momento en el que ninguno de los dos de marcha atrás.