viernes, 26 de febrero de 2016

Love

Love es la serie que relata perfectamente como son las relaciones +25.
Encontramos un lugar donde nos sentimos cómodos los raritos que venimos de algún tipo de relación conflictiva con alguien en particular o con nosotros mismos.

Que queremos y que buscamos en las relaciones es un tema recurrente en mis entradas pero más allá de todo siempre estoy atrás de qué quiero y qué busco.
En este caso Mickey representa muy bien a muchísimas jóvenes. Busca el amor desesperadamente pero en algún momento es más tentador arruinar todo y salir corriendo, porque así uno pierde responsabilidad, y al no sentirnos responsables de algo podemos estar más seguros de que eso corre pocas chances de arruinarse (o arruinarnos), o que en realidad si se arruina, podemos culpar al miedo. (Cuántas veces más vamos a culpar al miedo?)

Más de una vez me encontré diciendo que yo con chicos buenos no salgo, porque no podría soportar lastimar a alguien, cuando en verdad, buenos o no, a todos nos lastiman y todos lastimamos.
Hay unas líneas en el capítulo Andy cuando Mickey dice 'im a piece of shit' y siente que no puede estar con alguien. ¿Cuántas veces nos sentimos así? No sé ustedes, pero yo varias. Y acá llegó al punto en cuestión del cual sí me interesa hablar y va más allá de Mickey y Gus.
Hay un momento después de algunas decepciones amorosas o de alguna en particular en la que sentimos que nunca más vamos a ser amados como corresponde o incluso que quizás nosotros nunca vamos a amar como corresponde. La pregunta es ¿cómo corresponde amar? La respuesta es amplia y depende del criterio de cada uno. No hay una sola manera de amar, pero muchas veces creemos que sí la hay y es tal cual la conocimos en algún momento. Y no, esa manera en particular de amar que tuvimos alguna vez o tuvieron para con nosotros no va a repetirse de la misma forma. Todos somos distintos, y todos nos enamoramos distinto. Nada va a repetirse exactamente de la misma manera, el amor que sentimos a los veinte no será el mismo que vivimos a los quince y mucho menos se parece al amor que vivimos a los veinticinco o a los treinta. Cuando buscamos enamorarnos de la misma forma sólo caemos en decepción y a veces en frustración porque es imposible que se repita tal cual lo vivimos.
Yo una vez me enamoré sin conocer, y una vez me enamoré abajo de un árbol, en otra ocasión me enamoré en las escaleras de una galería (tenía dieciséis) y otra vez me enamoraron acompañandome y queriendome todos los días.
¿Cómo llega el amor? ¿Y en qué momento? En Manhattan Woody se enamora de Tracy al final de la película cuando suma todos esos actos de ella a lo largo de la relación y sin embargo Tracy ya estaba enamorada de él cuando Woody le repetía una y otra vez que no podía ser.
No hay manera de descifrar cuándo uno va a enamorarse y mucho menos de que forma. Hoy en día sin embargo creo que el amor es una cuestión de sumar acciones todos los días y un poco también en pensar que lindo se siente besar a esa persona en particular y no a otra.
También creo que el amor no encierra, sino que te deja la puerta abierta para que seas vos quien decida quedarse. Yo deje de sentirme una piece of shit y siempre va a irme mal, deje de creer que el amor va a venir de la misma forma que vino la última vez, también deje de pensar que los momentos y las situaciones pueden ser lindas de una determinada manera y me abrí a disfrutarlas de otra.
Una relación es un lugar al que vamos a descansar y sentirnos bien. Dejar ir la idea de lo que nos hicieron o hicimos a los demás en relaciones pasadas. Soltar la idea establecida de quiénes éramos en esa relación y sentirnos bien simplemente siendo. Nada es color rosa, pero tampoco todo es gris.
Vivimos muchas veces bajo una ilusión de que todo debe ser perfecto, y no, las relaciones no son perfectas porque los humanos no lo somos. Cuando entendemos esto, crecemos.
No vivimos en una comedia romántica inteligente y moderna, pero sí podemos crear momentos que sean dignos de filmarse.
Deberíamos animarnos de una vez por todas a crear esos momentos magníficos e irrepetibles.

jueves, 11 de febrero de 2016

Salvatore

Debí despedirme en el momento correcto pero en el momento correcto creo que apenas podía respirar.

Era la última semana de Noviembre y ni yo sabía que iba a ser tan dura y difícil de atravesar como resultó.
Vos estabas en Buenos Aires y habíamos arreglado para vernos, pero mis horarios eran complicados así que hiciste una especie de berrinche virtual cosa que era normal ya que yo te consideraba un hombre bastante caprichoso, y vos sabías que yo también lo era. Incluso ese último jueves había un poco de recelo pero pensé que te ibas a ablandar con los días y en el próximo viaje íbamos a seguir con nuestras charlas como de costumbre.
Siempre tuvimos una relación muy fluida, tranquila, íntima y cómplice. Yo no necesitaba gritarte en las redes para que todos vieran como me hablabas, éramos sólo nosotros dos en esta amistad y no había espacio para nadie más. Nadie nos habría comprendido si intentábamos explicárselo, así que lo dejamos para nosotros.
Virtualmente éramos bastante compañeros, si estabas a las corridas en Nueva York intentando conseguir un taxi para llegar a una cena de Thanksgiving, yo estaba en el taxi con vos. Si estabas a almorzando entre vuelo y vuelo donde debías hacer trasbordo, yo también estaba haciéndote compañía. Y a veces en medio de sesiones extensas de trabajo te musicalizaba.
En la ciudad del mundo en la que te encontraras, siempre había una charla o anécdota de alguna parte, podías contarme desde la cena familiar hasta las mujeres con las que querías acostarte en las noches siguientes. Transparentes y cómplices.
Escorpión mío, más que mío eras del mundo y el mundo te pertenecía en su totalidad. Lo mismo me enseñaste a mí, me enseñaste que las personas no les pertenecemos a nadie sino que elegimos un lugar y allí nos quedamos por propia voluntad.
Nos quedaron ideas, charlas y encuentros pendientes. No entiendo como la vida puede darse el lujo de quitarnos a una persona tan maravillosa como vos.
Te lloré y te hablé en sueños durante varias noches. Llevo un pedacito tuyo dentro mío hasta el día que me toque irme y acompañarte en algún bar del más allá.
Cuando te conocí, me liberaste. Y cuando te fuiste me enseñaste lo luminoso que podía ser todo.
Voy a ser feliz y a disfrutar, voy a animarme a hacer cosas hermosas, voy a ser del mundo y el mundo va a ser mío.

Hermoso Salvatore, te voy a extrañar siempre.
Agradezco que hayas sido parte de mi vida, una parte irremplazable. Y por haberme hecho sentir maravillosa desde el primer momento.

Nos vemos en nuestra próxima vida, Migue.