martes, 17 de mayo de 2016

Tu cicatriz en mí

Cuando los ciclos acaban, otros comienzan en simultáneo. Las cosas van desarrollandose de la manera que deben y no de otra.
No existe una manera distinta, pasan como deben pasar.
Desde doblarte el pie en la calle, hasta romper con la persona que amabas. Ambas cosas deben suceder y en este caso el 'if' queda fuera de nuestro alcance.
No podemos volver atrás y modificar actitudes propias y mucho menos ajenas.
Lo único modificable son nuestras acciones de ahora en más. Nuestro pasado nos hizo quienes somos pero no nos ata a seguir siendo de la misma forma, así como nuestro cerebro tiene plasticidad que hace que pueda seguir expandiendose e incorporando nuevas ideas nosotros somos capaces de modificar todo aquello que fuimos, sino no aprenderíamos nunca. Y sin embargo cada experiencia nos modifica.
Tengo a veces un modo muy particular de aislar a las personas o herirlas por miedo a que esas personas me hieran a mí primero. Si le preguntaramos a mi yo de 17 años te diría que no sabe aislar ni lastimar, sino que siempre que conoce a alguien entrega por completo quien es, para bien o para mal. Con los años eso cambió porque las experiencias nos cambian para bien y también para mal.
Hay heridas que son tan profundas que en la superficialidad son imperceptibles, pero están ahí. Y cuando alguien quiera ver un poco más allá, inmediatamente desarrollamos un modo defensivo que impide que no sólo vean la herida sino que tampoco puedan herirnos de ahora en más. Nunca más.
Y así pasan los días y los meses y cuando nos empezamos a plantear los problemas nos damos cuenta que el principal está en esa coraza irrompible que desarrollamos, ya que no sólo impide que nos hieran, sino que también nos conozcan.
Y la pelea constante en el querer empezar algo y simplemente limitarnos a que ya venimos así y no podemos ser modificados.
Cuánto tiempo más vamos a tapar esa herida y meternos en el caparazón solo porque es tan grande que sólo el hecho de mirarla, duele.
No sólo debemos mirarla, sino que también debemos curarla hasta que cicatrice y sea apenas una marca más de las tantas que tenemos y vamos a tener.
Que tome aire, que cicatrice, que cure. Que sanemos.

Con paciencia y amor todos podemos curarnos, pero es momento que simplemente nos rindamos al momento y al trabajo de hacerlo.

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