martes, 19 de febrero de 2013

Pablo (Lolita)

We loved each other with a premature love, marked by a fierceness that so often destroys adult lives.”


Creo que me estaba debiendo esta entrada hacía tiempo, necesito analizar a los demonios que habitan en mi cabeza para poder entenderme. Lolita para mí es la perfección, la lolita tiene todo lo que desea en sus manos a cambio de insinuación o manipulación, quizás me guste por eso. Se puede una autoconsiderar una lolita o alguien antes debe darte el rol, analizando mis amores y desamores quién quebró mi alma y mi inocencia por primera vez me llevaba casi veinte años, y no hubo amor, sí cariño y aprecio pero su mente me manejaba de tal manera que podía hacer lo quisiera conmigo, pero sin embargo esa no fué mi primer experiencia para sentirme una lolita.
 La primer experiencia se remonta mis catorce años, yo nunca fuí la más linda del curso, y mucho menos dentro de mi grupo de amigas, tampoco quería serlo, siempre me sentí diferente en ese aspecto pero porque tampoco me atraía el chico perfecto.
 Tenía catorce años y nos íbamos a pasar la tarde viendo un recital de Fito Páez en quilmes, por primera vez salía y volvía tarde con una amiga que en ese momento tenía dieciocho, entre saltos y chicas disfrazadas de empanadas que promocionaban a 'La Salteña' me presentaron unos cinco chicos más, conocidos de mi amiga. Entre esos chicos había uno en particular que me parecía extremadamente lindo, aunque seguramente para el ojo común no lo fuese, se llamaba Pablo, me elogiaba el pelo, el color que tenía en los labios (rojos) y accesorios que tenía mi mochila, Pablo me contó donde vivía, me dijo que trabajaba con algo referido al cine, no recuerdo que, pero me contó sobre unos cortometrajes y otras cosas a las que no presté atención. Me dió su número de teléfono y nos despedimos. En ese momento sólo teníamos msn y algún fijo, todavía el celular no era TAN masivo. No lo volví a ver.
Unos meses después estábamos con mi mejor amiga en una plaza de Berazategui donde todos los años se hace una muestra de diferentes talleres que dura tres días, para nosotras ir solas era lo mejor que podía pasarnos, hablábamos, conocíamos chicos, en fin eran tardes hermosas. 
En esa misma muestra que se llena de gente y donde podés perderte fácilmente escucho gritar mi nombre desde los asientos que se preparan frente al escenario principal, cuando giro, sí, era Pablo. Tenía el mismo aire y la misma cara perfecta que meses atrás cuando lo conocí, me reprochó el no haberlo llamado, me compró un copo de nieve y un globo, nos quedamos sentados en los bancos hablándo y riéndonos, Pablo me confesó que tenía veintiocho y que yo le gustaba, lo que el no sabía era lo mucho que él me gustaba a mí, y creo que nunca se lo dije. En mi mochila tenía una lapicera, me la pidió y me dibujó cosas en las manos, yo aproveché y lo dibujé a él, me decía que cada vez que lo tocaba lo mataba, y me lo decía con un tono en la voz tan particular que sólo te daban ganas de besarlo y quedarte en sus labios para siempre, me acuerdo que de un momento a otro me tomó la mano y la acariciaba o la apretaba fuerte como para no soltarme jamás, me hacía sentir única, sonreía como una tonta, se me llenaba el estómago de cosquillas, se sentía perfecto. Nos pusimos a jugar con el globo, el globo era una especie de Saturno, pero el anillo tenía forma de corazón. Pablo no dejaba de repetirme lo linda que le parecía y me tomaba todo el tiempo con sus manos los cachetes, me miraba bien de cerca y me sonreía, separamos el anillo del globo y me lo ponía en el cuello mientras me decía que yo le parecía 'un amor', luego se lo puse a él y no dejaba de repetir 'me estás matando, me gustás mucho', nos sentamos un rato más porque yo en cualquier momento tenia que irme. Me abrazaba y me acariciaba, lo hacía tan suavemente que debieron ser las caricias más lindas que recibí en mi vida, unos minutos antes de irme, me besó adelante de amigos, conocidos, toda la plaza. Un chico de casi treinta años besaba a una chica que tenía la mitad de su edad, me despedí y nunca lo llamé. Nunca lo volví a ver, pero creo que me hizo vivir uno de los mejores recuerdos referidos al amor que tengo en mi cabeza. 

Creo que en ese momento inconcientemente me empecé a nutrir del poder que generaba en algunas personas del sexo opuesto que me llevaran algunos años, pero no debía ser cualquiera, tenía que sentir a esa persona con sólo mirarla, supongo que lo que experimenté con Pablo comenzó a moldearme como una auténtica Lolita, a quiénes no miraban todos los chicos, pero miraban los chicos que realmente deseaba que lo hagan.

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